miércoles, 15 de mayo de 2013

Malasia





Llegamos a George Town, tarde, ya de noche. Cansados, desorientados y hambrientos. Esta ciudad no la teníamos prevista, nuestra intención es ir al parque natural de Taman Negara, con lo cual hay que ponerse las pilas. Por suerte como en todo el viaje, pronto damos con una Guest House donde además de conseguir habitación, cambiamos dinero, y contratamos una furgo para ir a nuestro destino. Nos quedan apenas 5 horas para ir a cenar y dormir un poco antes de que nos recojan.
A las 5 de la mañana tomamos nuestro vehiculo, tenemos ya que solo lo tenemos que compartir con en chico francés, que tiene mas sueño que nosotros. Las primeras horas del viaje las pasamos dormitando hasta que un frenazo en seco, nos despierta. El conductor nos avisa de que saquemos la cámara, ya que en mitad de la carretera hay dos elefantes salvajes, nos hemos quedado a apenas unos metros de ellos. Al chico francés le da un ataque de risa, y nos contagia, que cerca hemos estado de estamparnos contra los elefantes.
El resto del viaje lo pasamos charlando.
            A Taman Negara llegamos pasado el mediodía. En la entrada del parque hay una pequeña aldea donde encuentras alojamiento, y en el río, sobre barcazas, puedes contratar diferentes actividades: trekking, visitas a poblados tribales, rafting en canoas de dudosa flotabilidad y un curioso paseo por unos puentes colgados de árbol en árbol. Una vez contratas las actividades, nos echamos unas risas al preguntarle al guía donde podía encontrar cerveza en la aldea, de mayoría musulmana, por suerte había un solo sitio donde la servían, pero solo después del rezo de la tarde.
Nos levantamos temprano, ya que queremos hacer la Canopy Walkway, un pequeño trekking y rafting con la visita al poblado tribal, vamos que lo queremos hacer todo. En la canopy coincidimos con un grupo de Italia, y en un italianospañolingles echamos buenos momentos. De los paisajes y la ruta prefiero que hablen las fotos, para mí después del buceo, lo mejor del viaje… hasta ese momento. Por la noche dimos cuenta de todas las cervezas que había en el poblado, entre nosotros y el grupo de Italia.















Por la mañana con un poco de resaca tiramos para Kuala Lumpur, última parada en nuestro viaje. Kuala Lumpur es una ciudad que te atrapa, tiene ese punto que no sabes muy bien que es, pero que hace que te guste. Aquí se mezclan en perfecta armonía malayos, Indus y chinos, haciendo una mezcla curiosa, donde en una misma calle vez una mezquita, un templo hindú y una pagoda budista. Nos alojamos en la zona de Pentaling, en el barrio chino, al caer la noche nos fuimos al reggae bar.


El segundo día en KL, fuimos a ver las Batu Cave,
un complejo de cuevas a las afueras, en las cuales han hecho varios templos hinduistas. Sin duda es lo mejor que se puede visitar en KL, ya que las cuevas están llenas de figuras representando diferentes escenas de la mitología hinduista.





Por la tarde la típica visita a las torres pretonas y visita al Central Market.
Durante todo el día nos acompaño Oriel, un italiano que conocimos el día anterior, y que estaba recién llegado a Asia. Esa noche quedamos con el para unas birras, y se presento con un grupo de gente que había conocido en el Reggae Bar, y de esta forma empezó la mejor noche de nuestro viaje. Era el precumpleaños de Ander, que venia acompañado de un pequeño grupo de amigos que había hecho en su viaje por Asia, además de ir reclutando a todo aquel que tuviese ganas de fiesta. Fiesta que empezamos yendo de 7eleven en 7eleven, camino de no se que discoteca en el centro de KL. Nos reímos, nos emborrachamos, bailamos, se nos escaparon las suecas, o eran noruegas, desfasamos, y terminamos comiendo hamburguesas antes del amanecer.
            A la mañana siguiente, resacon. Pasamos el día viendo el parque de los pájaros y de compras, ya que partíamos de madrugada de vuelta. Por la noche cenamos con nuestros amigos, he hicimos un botellón en la azotea de la guest house donde se alojaban










Nos despedimos pronto, ya que teníamos que partir en unas horas. Desde luego lo mejor de KL fue la gente que conocimos.
Asia me enamoro, y se que pronto volveré, para sentir su calor húmedo, ver sus playas de ensueño y sus islas verdes, para oler sus especias y sentir su espiritualidad

martes, 17 de abril de 2012

Tailandia

En casa, ya ha pasado más de mes y medio desde que llegue de viaje, pero como siempre me cuesta ponerme detrás del teclado y escribir:



Los aeropuertos son fríos, todos me parecen iguales. Algunos modernos, otros mas antiguos pero todos son edificios sin interés, solo son un tramite para entrar en otro país, en otra cultura. Al salir me da una bofetada de calor y humedad, por fin he llegado a Bangkok, ya estoy en Asia. Tengo que cambiar, tengo que olvidarme de mis prejuicios europeos, y empezar a moverme.
Llegar a Khao Sam, es como estar en medio de un festival de música en occidente, todos vienen aquí, buscan la experiencia asiática, pero con las comodidades europeas. Buscamos una guest house en las calles cercanas, y nos disponemos a ver, a conocer. El primer día resulta caótico, cogemos un tuc tuc. Simplemente parece de locos, no respetan ninguna norma de circulación, o eso nos parece. Nos mueve rápidamente de un lugar a otro, visitamos algunos templos, y nos lleva a hacer compras, que no queremos. Al final desiste de sacarse una comisión a nuestra costa. Decidimos volver a la zona de Khao Sam. La tarde corre mas rápido de lo quisiéramos y pronto se hace de noche. El día a dado para mucho, y estamos cansados, no hemos dormido desde que partimos de Madrid hace ya 38 horas, aun así nos vamos a un bar donde actúa un grupo de covers, y nos bebemos unas cuantas cervezas.

Son las 8 de la mañana, nos cuesta trabajo levantarnos, pero hoy hemos planeado ver el palacio real, y unos cuantos templos. Decidimos hacerlo todo andando, es la mejor forma de conocer la ciudad. Al llegar al palacio real, nos dicen que tenemos que pasar por el ropero, ya que no podemos entrar con pantalón corto y camiseta de tirantes. Por lo menos te dejan la ropa gratis.
Pasamos la mañana sorprendidos por los templos, los cientos de budas, los murares pintados. Vamos pasando de un sitio espectacular a otro que lo es más. Las horas se pasan sin darnos cuenta, Wat Phra Kaew con su Buda de la esmeralda, Wat Pho donde esta el mayor Buda tumbado, y Wat Arun con sus escaleras.


Finalmente ponemos rumbo chinatown. La vida esta en los soi, todo se negocia, se compra y se vende. Los aromas de las especias nos llegan a saturar. Se cocina en la calle, se come en la calle, algunos duermen en la calle. Esto esta lleno de vida, de miseria, de buscavidas. Los niños juegan entre los sacos de grano, los gatos andan a sus anchas. No sabes quien es, quien esta en un negocio vendiendo o comprando. Me gusta este barrio, me gusta esta ciudad, y empiezo a enamorarme de Asia. Caótica, calurosa, húmeda, a veces maloliente otras perfumada, o se odia o se ama.

Nos levantamos con una buena resaca, no será la última vez. La cerveza es barata, hace mucho calor y las noches empiezan pronto. Hoy nos lo tomamos tranquilos. Intento quedar con Miquel silvestre que se encuentra también en Bangkok, pero por la mañana no encuentro donde conectarme, y cuando lo consigo por la tarde, estamos bastante lejos, y no quiero arriesgarme a perder el autobús que me saca de este caos en un par de horas. Bangkok es una ciudad que da para mucho mas, pero tendré que dejarlo para otro viaje.

El autobús nocturno hacia Chumphon me resulta ser mas cómodo de lo que esperaba, suerte por delante quedan siete horas, que quiero aprovechar para dormir. Llegamos a las 5 de la madrugada al embarcadero donde coger el barco para Kho Tao. Mientras esperamos para embarcar amanece, y por fin vemos las aguas claras del golfo de Tailandia.

Kho Tao es una pequeña isla que vive del submarinismo. Tan solo 20 años atrás estaba desabitada, y con la eclosión del turismo en el sudeste asiático se convirtió en un paraíso para la práctica del submarinismo. Aguas cristalinas, arrecifes de coral, gran abundancia de fauna marina a esto añade alojamientos baratos, numerosos centros de buceo, fiesta nocturna en la playa, con malabares de fuego y música child out, el sitio idóneo para que mochileros, de todos sitios vayan a esta maravillosa isla a bucear.
 Allí contactamos con Jon, un vasco que es instructor de buceo. Lleva varios meses en la isla, y coincidimos con la visita de su hermana y su novio. El buceo no se puede describir, sientes una liberta increíble debajo de agua, a pesar de que no es nuestro medio, y que dependemos de un botella de oxigeno para respirar. Todo es paz, los movimientos son lentos, el único sonido es el de tu respiración.

Después de dos maravillosos días en Kho Tao, nos movemos a Kho Phanghan. Esta isla es conocida por la Full Moon Party. Cada luna llena organizan una macro fiesta. Nosotros no buscamos esa fiesta (tampoco es luna llena). Queremos simplemente cambiar de isla, tirarnos en la playa sin hacer nada. El día se pasa entre cerveza  y siesta. Sabemos que se nos acaba el descanso, ya que mañana empezamos la segunda etapa del viaje. Por la noche salimos a dar una vuelta y nos paramos en un estudio de tatuaje. Llevamos solo mitad del viaje, pero ya hemos vivido suficiente como para llevar una marca para siempre. Nos tatuamos el símbolo del Buda en la espalda. Nos vamos de cervezas, pero nos recogemos pronto, mañana salimos a las 6 de la mañana.
Con sueño, cansados y recientemente magullados con tinta, nos ponemos en camino rumbo a Penang, Malasia. Aprovechamos el ferry para poder dormir un poco más, y al llegar a puerto cogemos el primer autobús que nos dejara en Surat Thani. Por suerte solo tenemos que esperar media hora para coger el furgón que nos dejara en la frontera.
Durante las siguiente seis horas nos regala unas vistas asombrosas, por unas carreteras medianamente buenas, que hace que me olvide de que vayamos en una lata de sardinas, donde llegamos a coger hasta 20 personas, con los cuales aprovechamos para intercambiar experiencias de este y otros viajes, hablamos de situaciones cómicas y que nos han ido pasado, y matamos el tiempo como podemos. Finalmente llegamos a George Town.

miércoles, 27 de julio de 2011

XXX Concentracion internacional de motos. Faro 2011

O como beberse 20.000 cervezas.


Había pedido los días en el trabajo desde hacia mas de dos meses. Estaba todo previsto, íbamos a salir tres motos desde Córdoba, cuatro personas, a pasar unos días de conciertos y playa. Y como todo a ultima hora se empezaron a torcer los planes. 
He aquí que se me plantea, o ir solo, o no ir. Y evidentemente decido ir solo.


Después de 360 Km. de aburrida autovia llego a Faro. Desde hace ya bastantes kilómetros, veo gran número de motos, de todo tipo, aunque las dominantes son las custom. Al llegar por fin al recinto el ambiente que se respira es pura gasolina, mezclado con sudor y cerveza. Saco mi inscripción, y busco un lugar donde poner la tienda. Me doy cuenta de que el pinar es un gran laberinto y que una vez montada la tienda, tendré que buscar puntos de referencia para encontrarla. Decido que hay que tomar una cerveza.
Con la cerveza en mi mano, me dirijo hacia la zona de mercadillo, allí me encuentro con el Tales, cordobés que por motivos laborales esta viviendo en Madrid. Nos vamos a por unas cervezas, y vemos el recinto, la carpa principal, el escenario, la zona del Biker Show, y la carpa Oasis. Allí me presenta a Manolo y Simon, que vienen de Bujalance, y estos a su vez a Carmelo, Juan, de un pueblo de Ciudad Real, y Rocío y su marido, del Puerto de Santa María. Mas cerveza, Sagres que entra pero que muy suave.

De esta forma nos dan las 10 de la noche, y nos vamos a ver a los Ironía Maiden, que actúan en el escenario principal. Es la tercera vez que los veo, y la primera vez que no los veo a la altura de lo que son, unas grandes leyendas, pero días malos los tiene cualquier grupo.
Al terminar, de vuelta a la carpa Oasis, mas cerveza. Aquí actúan un grupo de rockabilly, que son muy buenos, ponen a todo el personal a bailar y a cantar. La cerveza fluye en la barra, 18 grifos sin parar, aquí no hay barriles, si no un camión cisterna conectado a diferentes serpentines. Sobre las 5 de la madrugada, decido que debo ir a dormir, pero ¿donde estaba mi tienda?...

El calor me despierta, deben ser cerca de las 11 de la mañana. Tuve suerte y no tarde mucho en encontrar el lugar donde había acampado. Me despejo, me ducho, y voy en busca de un café, y algo que echar al estomago. El café es realmente malo, pero los churros están buenísimos. Me doy una vuelta por el mercadillo, y me dirijo al Oasis. Allí esta Simon. Una cerveza. Llega después Manolo, Juan.... con cada llegada una rondita pal personal. Nos instalamos en las mesas, y empiezan a sacar algo para picar, lomo, queso, papas, embutidos varios, todo regado con el aceite de oliva que produce Manolo, y por supuesto, por cerveza.
Nos pasamos el día hablando de nuestras monturas, de viajes, de música... y como quien no quiere la cosa nos da la noche, y nos vamos a ver la banda tributo de AC/DC, el show erótico y a los Mago de Oz. Al terminar los mago, nos vamos retirando, el día ha sido largo y aun nos queda otro por delante.

Me levanto y después de mi rutina matutina, decido ir para la playa. Antes de llegar a la salida, me encuentro con Juan, que esta cargando la batería de su cámara. Charlamos un rato, y me acuerdo de que había quedado con miembros del foro F800GS, me voy al lugar acordado y no aparece nadie, lo veo normal, a mi casi se me pasa, o la mejor están en el otro lado del aparcamiento donde quedamos, o tienen resaca.... resaca... cerveza, eso es que hace falta, y pensando en esto llega Manolo, que anda por lo puestos comprando regalos para sus crios, y nos vamos al Oasis.













Después de unas cuantas cervezas, un poco de jamón, queso, lomo, embutidos varios, pistachos y postre de melocotón en almíbar, pasamos a los digestivos. Hoy lo dedicamos a observar los diferentes tipos de personajes que se nos sientan a nuestro lado. Los alemanes con una moto con remolque en forma de ataúd, el que se pasea con una iguana, el borracho que se ha quedado dormido sentado en una mesa, los arquitectos de vasos de cerveza, construyendo una pirámide, de esta guisa vamos dejando pasar las horas. Cuando cae la noche compartimos mesa con un grupo de ingleses, con el que intercambiamos risas, en su poquito español y nuestro pésimo ingles. Aun con estas dificultades Carmelo le hecha valor, y después de intentar hablar con una inglesa, de no entenderse y reírse mucho, consigue su objetivo, con la consecuentes aplausos de los nuestros, y gritos de alegría de los suyos. A estas alturas mi nivel de sueño empieza a ser superior al del alcohol, y me despido de todos, menos de Carmelo, que esta en... donde se habrá metido el pillin?